Sergio Tierno. Soria Hace aproximadamente 50 años, y durante algunas décadas, el segundo deporte más popular en España no era el tenis, ni el baloncesto, ni la Fórmula Uno, ni el ciclismo ni ninguno de los que ahora pretenderían ese lugar. En aquella época, en las principales ciudades españolas había continuamente veladas de boxeo que congregaban a millares de espectadores.
El 17 de enero de 1932, en el número 2 de la calle Santa Clara, en el soriano barrio de El Calaverón, nacía Antonio Algarabel De la Orden. En los pocos años que permaneció en activo, Algarabel se convirtió en una de las grandes figuras del boxeo español. Falleció el pasado 2 de noviembre.
Con apenas 15 años, intuyendo que tenía aptitudes, el joven Algarabel se presentó a un Campeonato Provincial organizado por el Frente de Juventudes. No tuvo problemas en derrotar por KO a su rival, un joven de El Burgo de Osma que aún no sabía qué niveles alcanzaría su vencedor.
Como todos los jóvenes de su edad, Antonio Algarabel fue llamado a filas. Le tocó un viaje no muy largo, a Madrid, para formarse en la Escuela de Aviación de Cuatro Vientos. No eran épocas en las que sobraran el dinero y la comida. Algarabel conoció a su llegada a Madrid que los soldados que practicaran actividades como el boxeo tendrían una ración diaria superior.
Pronto hizo saber sus dotes, y pronto fue visto que no alardeaba. Ingresó en una escuela de boxeo y fue ganando combates hasta proclamarse campeón de Castilla. En esos meses en Madrid descubrió que el boxeo le gustaba, que se le daba mejor de lo que podía pensar y que era un buen medio para ganarse la vida si se tenían aptitudes.
Descubrió, igualmente, que tendría más posibilidades de pelear y de salir hacia adelante en Barcelona que en la capital. En 1951, todavía sin conocer los 20 años de edad, hizo el equipaje y marchó hacia tierras catalanas. Curiosamente, durante sus primeros tiempos en Barcelona, se aludía a Algarabel en la prensa catalana como «el boxeador madrileño». Y después, tras asentarse a orillas del Mediterráneo, regresar a Madrid y convertirse en uno de los mejores ligeros-welters de España, se le conocía en prensa como «el boxeador catalán». No hace falta explicar que a él nunca le gustaron esos nuevos gentilicios y siempre tuvo a gala recordar que él era «el boxeador soriano».
Algarabel permaneció invicto en 1951 y 1952. Ya se había convertido en profesional. Su demoledora pegada le dio numerosos triunfos por KO y varios a los puntos, frente a boxeadores más experimentados que a priori partían como favoritos. Estos grandes resultados le dieron la oportunidad de debutar a nivel internacional, el 22 de enero de 1953, frente al francés Theo Nollet.

Nollet había nacido en Senegal, pero aquella nación no fue independiente hasta siete años después. Fue un gran combate en el que Algarabel encontró problemas dada la entidad del rival. Aun así, siguió sin perder ya que el combate fue considerado nulo tras diez asaltos. Estas veladas de Barcelona se celebraban en el Gran Price.
El imparable ascenso que protagonizaba Algarabel hizo que fuera definido como «el ídolo de los sábados por la tarde», día de la semana en el que no faltaban las veladas. Pero como todos los ídolos, también tuvo que perder. Conoció esa nueva sensación en marzo, frente al gallego Young González. Pasaron los meses y Algarabel siguió conociendo nuevos triunfos.
Inaugurado 1954 se produjo un cambio importante: dejó de ser ligero para ser welter. Según las crónicas y según reconocía el boxeador, ese cambio hizo que el soriano dependiera más de su demoledora pegada que de su rapidez.
De hecho, su golpe favorito siempre fueron las contras, tras descubrirse la cara a propósito. Su debut welter fue un claro triunfo ante Guasch, el 21 de enero. Sin embargo, entre febrero y marzo, conoció dos nuevas derrotas ante Segura y Ben Buker II.
En este 1954 se produjo un nuevo cambio en su vida: alteró su residencia habitual de Barcelona a Madrid, donde se peleaba con frecuencia en un estadio de Chamartín al que acudían miles de personas.
Durante estos meses en la capital, volvió a pelear contra los grandes de la época como Luis de Santiago, Javier Ortiz, el ex campeón Emilio Orozco y Young González, a los que derrotó.
A Orozco lo hizo dos veces y a González, por abandono, con lo que logró vengar su primera derrota como profesional. En esta estancia en Madrid también le tocó perder contra Francisco Francés o de nuevo contra Abdelkader Ben Buker II, el único púgil que pudo dos veces con el soriano.
Gira argentina. Única derrota por KO
Durante esos meses madrileños, Algarabel siguió creciendo y se le presentó entonces la gran oportunidad: el ex boxeador y representante Ignacio Ara se llevó al soriano y a Javier Ortiz a hacer una gira por Argentina. En principio iba a durar dos meses, aunque se prolongó.
El avión partió el 11 de diciembre de 1954. El 5 de enero de 1955, Algarabel, que competía de nuevo en peso ligero, sufrió la única derrota por KO de su carrera: el ídolo local Alfredo Prada le tumbó en el séptimo asalto ante 20.000 enfervorecidos hinchas en el mítico Luna Park bonaerense. Fue una derrota polémica porque antes, en el segundo asalto, Algarabel mandó a Prada a la lona, donde el astro local permaneció más de diez segundos… pero el árbitro no lo decretó así.
Fue una de las mejores peleas de Algarabel, a pesar de la derrota. Su segundo combate trasatlántico fue el 9 de febrero ante Néstor Savino, 12 durísimos asaltos, muy igualados, tras los cuales Savino fue declarado ganador por puntos.
El 14 de marzo tenía previsto pelear contra Edgardo Nazrala, pero una lesión en la mano le hizo aplazar su siguiente combate hasta el 11 de mayo en la preciosa ciudad costera de Mar del Plata. Allí, después de diez asaltos, los jueces no pudieron dictaminar si ganó Algarabel o Italo Coluccini.
Terminaba así su aventura americana. Llegó a ser programado para dos peleas en Boston y otras dos en el Madison Square Garden de Nueva York, pero los contratos no se materializaron. En Argentina no hizo una bolsa tan suculenta como se le había prometido. Regresaron a España Ortiz y él, pero Ignacio Ara se quedó a vivir en Argentina, donde siguió haciendo carrera gracias al boxeo.
Probablemente en aquellos días, con apenas 23 años, por la cabeza de Algarabel ya rondara la idea de la retirada. Pero lo cierto es que en los últimos meses de 1955 y primeros de 1956 volvió a obtener buenos resultados, hasta el punto de que fue programado para luchar por el título de campeón de España contra Fernando Bufalá, de nuevo en el Price de Barcelona. Fue un gran duelo de 12 asaltos, en el que ganó Bufalá a los puntos y reconociendo la dureza del contrincante.
Sucedió el 7 de marzo de 1956 y fue su última gran pelea. En los días que permaneció en activo empezó a ver cosas que no le gustaban, especialmente el débil estado mental en el que acababan muchos púgiles. No se quiso ver así, y nadie lo vio así.
Se retiró con 24 años, sin amasar una gran fortuna pero habiendo hecho dinero para encauzar su vida por otro camino: abrió una pescadería en la calle Instituto, negocio del que se ocupó hasta su jubilación y desde el cual ayudaba en lo que podía a los boxeadores y ex boxeadores que pasaban por Soria.
Falleció hace dos semanas un púgil que vivió los días grandes del boxeo en España, que apenas perdió diez veces en un centenar de combates y que decidió frenar a tiempo antes de dedicarse a su negocio, su esposa y sus tres hijos.
fuente:http://www.heraldodesoria.es/index.php/mod.noticias/mem.detalle/idnoticia.59931



